sábado, 1 de abril de 2017

El origen del hombre desde la perspectiva religiosa:

“Desde tiempos muy antiguos, los hombres han buscado explicaciones sobre su origen:
Según la tradición judeocristiana, en el capítulo del Génesis, el primero de los libros de la Biblia, varios versículos se refieren a la creación del hombre y la mujer:
- Versículo 7: Modeló Yahvé Dios al hombre de la arcilla y le inspiró en el rostro el aliento de la vida, y así fue el hombre ser animado
- Versículo 18: Y se dijo Yahvé Dios: “No es bueno que el hombre esté solo, voy a hacerle una ayuda proporcionada a él”.
- Versículos 21 y 22: Hizo, pues, Yahvé Dios caer sobre el hombre un profundo sopor; y dormido, tomó una de sus costillas, cerrando en su lugar con carne, y de la costilla que del hombre tomara, formó Yahvé Dios a la mujer, y se la presentó al hombre.”

(En “Ciencias Sociales 1. Educación Secundaria Básica” Isurrald, M y Domínguez, N. Edit. Longseller. Buenos Aires. Argentina. 2008)


El origen del hombre desde la perspectiva maya: fragmentos del Popol Vuh

Tras la creación de la tierra y la vida y el fracaso en la creación del hombre y puesto que los animales no los veneraban, el creador, el formador y los progenitores se dijeron que tenían que crear antes del amanecer algún ser que los venerara, por lo tanto quisieron hacer al hombre.
Primero intentaron hacer al hombre de barro pero no se podía sostener, ni podía andar; cuando llovía se deshacía y no podía hablar, por o cual, no podía honrar a los dioses ni ofrecerles sacrificios.
Luego intentaron hacer al varón con la madera de un árbol y a la mujer del carrízo (Planta parecida a la caña, pero con el tallo más delgado y no tan alto, que se cría cerca de arroyos y charcas). Estos hombres podían andar, se reprodujeron y poblaron la tierra; hablaban pero no lo hacían con sus dioses. Estos seres no tenían memoria, no tenían emociones ni entendimiento y por tanto no eran capaces de recordar quienes habían sido sus creadores, caminaban sin rumbo y andaban a gatas.
Estos fueron los primeros que habitaron la faz de la tierra; una densa resina cayó del cielo hasta oscurecer por completo el planeta entero, mientras tenía lugar una lluvia negra que no cesaba ni de día ni de noche; los animales, enloquecidos, comenzaron a devorar la carne de los humanos. Se dice que su descendencia sobreviviente son los monos que habitaron los bosques, por esta razón el mono se parece al hombre, es la muestra de una generación de hombres creados, de hombres formados que eran solamente muñecos y hechos solamente de madera.
Por último se buscó lo que debía entrar en la carne del hombre. Cuando la lluvia cesó los animales llevaron maíz amarillo y blanco a los dioses; modelaron su cuerpo con esta pasta y les introdujeron pedazos de madera para que fueran más rígidos; crearon la carne con el maíz blanco y la sangre con el maíz rojo. De ahí surgieron cuatro hombres. Estas criaturas tenían gran inteligencia y entendían todo. Su creación y su formación fueron un prodigio, un verdadero encantamiento, realizado por Tepeu y Gucumatz. Hablaron y razonaron, vieron y oyeron, anduvieron. Hombres perfectos y hermosos y cuya figura era una figura humana. Grande fue su sabiduría. Su genio se extendió sobre los bosques, sobre las rocas, sobre los lagos y los mares, sobre las montañas y sobre los valles. Fueron Balam-Quitzé, Balam Agab; Mahu-cutah; e Iqi -Balam.
Pero los dioses se vieron amenazados por esta nueva humanidad que se reveló como demasiado inteligente. ¿Querrán por ventura igualarse a nosotros, que los hemos hecho; a nosotros, cuya sabiduría se extiende tan lejos y conoce todo? Temerosos de la amenaza que estos nuevos hombres podían llegar a suponer para ellos, Entonces El Corazón del Cielo les sopló una nube de vapor sobre sus pupilas y que contactó con los ojos de los hombres y mujeres, reduciendo su capacidad de visión a la par que disminuyó su sabiduría. Solo faltaba crear a la mujer, y lo hicieron de la misma forma y con el mismo material. A partir de ese momento comenzaron a reproducirse y a poblar el mundo creado por Tepeu y Gucumatz y fueron capaces de alabarlos y satisfacer sus necesidades divinas.

El origen del hombre desde la perspectiva científica
Un poco de Teoría
Para entender el cómo y el porqué del origen del hombre, es necesario tener claro de qué manera se produce la evolución de los seres vivos.
La teoría cuya contribución es fundamental en la visión que hoy tenemos sobre la vida en la Tierra fue enunciada por Charles Darwin (1809-1882) en 1859. Propone que los seres vivos cambian gradualmente a través del tiempo debido a la influencia del medio ambiente. La acción de los factores externos determina que un grupo de organismos con ciertas características tenga mayor descendencia que otros con otras características. Este proceso es azaroso y no se puede predecir el curso de los cambios, ni el resultado final de la evolución. A este proceso se lo llama SELECCIÓN NATURAL.
Para comprender la evolución, es necesario tener presente además que en todo grupo de organismos hay diferencias entre sus individuos. La teoría de Darwin en su enunciación original no explicaba de forma satisfactoria el origen de esta variación.
Los estudios de genética demostraron que las características de un organismo están determinadas por los GENES; estos son parte de una molécula llamada ÁCIDO DESOXIRRIBUNUCLÉICO (ADN) que forma los CROMOSOMAS, que se hallan en el núcleo de las células de todo organismo vivo. El cambio en la estructura de un gen es lo que determina una mutación.
Las mutaciones pueden ser de tres tipos: las que dan lugar a una novedad, como la aparición o desaparición de una estructura, las que modifican una estructura ya existente, o las que son neutras, es  decir las que no cambian nada. Lo importante es entender que las mutaciones se producen al azar y explican la diversidad de los seres vivos.



El hombre es un primate.
Hablar del hombre no es más que hablar de una especie de PRIMATES. Los primates son los monos, osea que el hombre es un mono más. Esto significa que el hombre no es visto por la ciencia, y la Teoría de la Evolución en particular, como una especie peculiar, sino que se lo trata igual que a cualquier otra especie de seres vivos. Las leyes naturales que rigieron la evolución de cualquier ser vivo fueron las mismas que determinaron que un mono que vivía hace millones de años se transformara y diera origen a otro mono, el hombre.
Así y todo, la inclusión del hombre junto con los monos en el grupo de los primates no fue siempre aceptada y aún hoy hay quienes rechazan este agrupamiento.
Los estudios de anatomía primero y por último los de genética demostraron y fueron confirmando que el hombre se parecía muchísimo a aquellos que llamamos grandes monos, que son el gorila, el chimpancé y el orangután.
Las formas actuales de primates presentan una gran diversidad. En tamaño y peso, por ejemplo, tenemos desde el lemúrido ratón, más pequeño que la mano y de menos de 100 gramos de peso, a los inmensos gorilas que pesan más de 200 kilos.
Ratón lémur                                                                  Gorila
¿Qué es un primate?
Dada la diversidad de formas entre los primates, tratar de caracterizar, o mejor aún, de definir lo que es un primate se vuelve algo complicado. No podemos decir que todos los primates comparten una característica común, por ejemplo que no tienen garras, ya que algunos monos  las poseen. La mejor forma de definir un primate, por lo tanto, no es señalando la presencia de una característica dada, sino por medio de aspectos generales (llamados TENDENCIAS) que en ellos observamos. Hay tres tendencias que caracterizan a un primate.
La primera es la capacidad de asir los objetos. Esto se traduce en la presencia de uñas, el desarrollo de yemas muy sensibles al tacto en los dedos y la movilidad creciente de cada dedo.
La segunda tendencia es el desarrollo de lo visual en desmedro del olfato, dado el achicamiento del hocico, el aplanamiento de la faz, la disposición anterior de los ojos, y el desarrollo en el cerebro del córtex y del lóbulo occipital.
La tercera tendencia es la complejización de la organización social. Esta tendencia es fácil de observar en el hombre actual pero es mucho más difícil de identificar a partir de los restos fósiles.
Por su parte, dentro de este orden de primates, los simios son precisamente los parientes más cercanos al hombre. Es decir, todos los primates formamos parte de un mismo grupo y por tanto compartimos un antepasado común. Pero además, el antepasado que compartimos con los simios es el más reciente, de modo que nuestras especies divergieron más tarde, lo que hace que tengamos mayores parecidos y compartamos un alto porcentaje de ADN. En algunas ocasiones también se usa el término “grandes simios”, en cuyo caso quedan excluidos los gibones y hace referencia únicamente a gorilas, orangutanes y chimpancés.
El hombre moderno, cuya denominación científica es la de HOMO SAPIENS SAPIENS, pertenece al orden de los primates. Los primates más antiguos vivieron hace 65 millones de años. Fueron, pues, coetáneos de los dinosaurios. Pero aquellos pequeños seres, probablemente insectívoros, no tenían nada que ver con los monos actuales y menos aún con el hombre. La rama que llevaría a la aparición del hombre se fue estableciendo progresivamente a lo largo de 60 millones de años de evolución de los primates.


El parentesco entre el hombre y los monos.
Una cuestión que nos importa es la de nuestro parentesco con los diferentes monos. Está claro actualmente que los chimpancés y los gorilas son nuestros primos más cercanos en el reino animal. Los monos de Asia, como el orangután, se separaron bastante pronto del linaje que nosotros compartimos con esos grandes monos africanos. La separación de nuestra rama de las del gorila y del chimpancé es más reciente. Parece confirmarse que se produjo hace entre 7.5 y 5 millones de años. No obstante, el orden en que se produjo esa separación ha sido objeto de una larga controversia.
Las semejanzas morfológicas entre gorila y chimpancé nos llevarían a situarlos juntos en un grupo distinto al nuestro.
Compartirían un antepasado común  que,  supuestamente, se habría separado de la rama que originó al hombre mucho antes que a esas dos especies. Sin embargo, los resultados de los análisis bioquímicos y genéticos del hombre y del chimpancé revelan una extraordinaria proximidad metabólica: ¡sus proteínas son similares en un 99%! Esto vendría a significar que estamos más próximos al chimpancé de lo que éste lo está del gorila. Compartimos con él un antepasado común que no sería el del gorila.

Diferencias anatómicas.

No obstante, hay que admitir la existencia de grandes diferencias anatómicas entre el hombre y los monos (estructura craneana, forma de la pelvis, etc.), básicamente vinculadas a unos modos de locomoción muy distintos. El chimpancé, como el gorila se desplaza prácticamente siempre a cuatro patas (o suspendido de las ramas), mientras que el hombre tiene una postura estacionaria vertical permanente, lo que permitirá un aumento del volumen del cerebro. Esto demuestra la existencia de unas diferencias genéticas aparentemente menores que van asociadas a unos cambios morfológicos de máxima importancia. Una pequeña bifurcación en el desarrollo tuvo unas consecuencias espectaculares como la de producir una postura vertical.