“Desde
tiempos muy antiguos, los hombres han buscado explicaciones sobre su origen:
Según
la tradición judeocristiana, en el capítulo del Génesis, el primero de los
libros de la Biblia, varios versículos se refieren a la creación del hombre y
la mujer:
-
Versículo 7: Modeló Yahvé Dios al hombre de la arcilla y le inspiró en el
rostro el aliento de la vida, y así fue el hombre ser animado
-
Versículo 18: Y se dijo Yahvé Dios: “No es bueno que el hombre esté solo, voy a
hacerle una ayuda proporcionada a él”.
-
Versículos 21 y 22: Hizo, pues, Yahvé Dios caer sobre el hombre un profundo
sopor; y dormido, tomó una de sus costillas, cerrando en su lugar con carne, y
de la costilla que del hombre tomara, formó Yahvé Dios a la mujer, y se la
presentó al hombre.”
(En “Ciencias Sociales 1. Educación Secundaria
Básica” Isurrald, M y Domínguez, N. Edit. Longseller. Buenos Aires.
Argentina. 2008)
El origen del hombre
desde la perspectiva maya: fragmentos del Popol Vuh
Tras la creación de la tierra y la vida y el
fracaso en la creación del hombre y puesto que los animales no los
veneraban, el creador, el formador y los progenitores se dijeron que tenían que
crear antes del amanecer algún ser que los venerara, por lo tanto quisieron
hacer al hombre.
Primero intentaron hacer al hombre de barro pero
no se podía sostener, ni podía andar; cuando llovía se deshacía y no podía
hablar, por o cual, no podía honrar a los dioses ni ofrecerles sacrificios.
Luego intentaron hacer al varón con la madera de
un árbol y a la mujer del carrízo (Planta parecida a la caña, pero con el
tallo más delgado y no tan alto, que se cría cerca de arroyos y charcas). Estos
hombres podían andar, se reprodujeron y poblaron la tierra; hablaban pero no lo
hacían con sus dioses. Estos seres no tenían memoria, no tenían emociones ni
entendimiento y por tanto no eran capaces de recordar quienes habían sido sus
creadores, caminaban sin rumbo y andaban a gatas.
Estos fueron los primeros que habitaron la faz de
la tierra; una densa resina cayó del cielo hasta oscurecer por completo el
planeta entero, mientras tenía lugar una lluvia negra que no cesaba
ni de día ni de noche; los animales, enloquecidos, comenzaron a devorar la
carne de los humanos. Se dice que su descendencia sobreviviente son los monos
que habitaron los bosques, por esta razón el mono se parece al hombre, es la
muestra de una generación de hombres creados, de hombres formados que eran
solamente muñecos y hechos solamente de madera.
Por último se buscó lo que debía entrar en la carne
del hombre. Cuando la lluvia cesó los animales llevaron maíz amarillo
y blanco a los dioses; modelaron su cuerpo con esta pasta y les introdujeron
pedazos de madera para que fueran más rígidos; crearon la carne con el maíz
blanco y la sangre con el maíz rojo. De ahí surgieron cuatro hombres. Estas
criaturas tenían gran inteligencia y entendían todo. Su creación y su formación
fueron un prodigio, un verdadero encantamiento, realizado por Tepeu y Gucumatz.
Hablaron y razonaron, vieron y oyeron, anduvieron. Hombres perfectos y hermosos
y cuya figura era una figura humana. Grande fue su sabiduría. Su genio se
extendió sobre los bosques, sobre las rocas, sobre los lagos y los mares, sobre
las montañas y sobre los valles. Fueron Balam-Quitzé, Balam Agab; Mahu-cutah; e
Iqi -Balam.
Pero los dioses se vieron amenazados por esta nueva humanidad que se reveló como demasiado inteligente. ¿Querrán por ventura igualarse a nosotros, que los hemos hecho; a nosotros, cuya sabiduría se extiende tan lejos y conoce todo? Temerosos de la amenaza que estos nuevos hombres podían llegar a suponer para ellos, Entonces El Corazón del Cielo les sopló una nube de vapor sobre sus pupilas y que contactó con los ojos de los hombres y mujeres, reduciendo su capacidad de visión a la par que disminuyó su sabiduría. Solo faltaba crear a la mujer, y lo hicieron de la misma forma y con el mismo material. A partir de ese momento comenzaron a reproducirse y a poblar el mundo creado por Tepeu y Gucumatz y fueron capaces de alabarlos y satisfacer sus necesidades divinas.
Pero los dioses se vieron amenazados por esta nueva humanidad que se reveló como demasiado inteligente. ¿Querrán por ventura igualarse a nosotros, que los hemos hecho; a nosotros, cuya sabiduría se extiende tan lejos y conoce todo? Temerosos de la amenaza que estos nuevos hombres podían llegar a suponer para ellos, Entonces El Corazón del Cielo les sopló una nube de vapor sobre sus pupilas y que contactó con los ojos de los hombres y mujeres, reduciendo su capacidad de visión a la par que disminuyó su sabiduría. Solo faltaba crear a la mujer, y lo hicieron de la misma forma y con el mismo material. A partir de ese momento comenzaron a reproducirse y a poblar el mundo creado por Tepeu y Gucumatz y fueron capaces de alabarlos y satisfacer sus necesidades divinas.
El origen del hombre
desde la perspectiva científica
Un
poco de Teoría
La
teoría cuya contribución es fundamental en la visión que hoy tenemos sobre la
vida en la Tierra fue enunciada por Charles Darwin (1809-1882) en 1859. Propone
que los seres vivos cambian gradualmente a través del tiempo debido a la
influencia del medio ambiente. La acción de los factores externos determina que
un grupo de organismos con ciertas características tenga mayor descendencia que
otros con otras características. Este proceso es azaroso y no se puede predecir
el curso de los cambios, ni el resultado final de la evolución. A este proceso
se lo llama SELECCIÓN NATURAL.
Para
comprender la evolución, es necesario tener presente además que en todo grupo
de organismos hay diferencias entre sus individuos. La teoría de Darwin en su
enunciación original no explicaba de forma satisfactoria el origen de esta
variación.
Las
mutaciones pueden ser de tres tipos: las que dan lugar a una novedad, como la
aparición o desaparición de una estructura, las que modifican una estructura ya
existente, o las que son neutras, es
decir las que no cambian nada. Lo importante es entender que las
mutaciones se producen al azar y explican la diversidad de los seres vivos.
El
hombre es un primate.
Hablar
del hombre no es más que hablar de una especie de PRIMATES. Los primates son
los monos, osea que el hombre es un mono más. Esto significa que el hombre no
es visto por la ciencia, y la Teoría de la Evolución en particular, como una
especie peculiar, sino que se lo trata igual que a cualquier otra especie de
seres vivos. Las leyes naturales que rigieron la evolución de cualquier ser
vivo fueron las mismas que determinaron que un mono que vivía hace millones de
años se transformara y diera origen a otro mono, el hombre.
Así
y todo, la inclusión del hombre junto con los monos en el grupo de los primates
no fue siempre aceptada y aún hoy hay quienes rechazan este agrupamiento.
Los estudios de anatomía primero y por
último los de genética demostraron y fueron confirmando que el hombre se
parecía muchísimo a aquellos que llamamos grandes monos, que son el gorila, el
chimpancé y el orangután.
Las
formas actuales de primates presentan una gran diversidad. En tamaño y peso,
por ejemplo, tenemos desde el lemúrido ratón, más pequeño que la mano y de
menos de 100 gramos de peso, a los inmensos gorilas que pesan más de 200 kilos.
Ratón lémur Gorila
¿Qué es un primate?
Dada
la diversidad de formas entre los primates, tratar de caracterizar, o mejor
aún, de definir lo que es un primate se vuelve algo complicado. No podemos
decir que todos los primates comparten una característica común, por ejemplo
que no tienen garras, ya que algunos monos
las poseen. La mejor forma de definir un primate, por lo tanto, no es
señalando la presencia de una característica dada, sino por medio de aspectos
generales (llamados TENDENCIAS) que en ellos observamos. Hay tres tendencias
que caracterizan a un primate.
La
primera es la capacidad de asir los objetos. Esto se traduce en la presencia de
uñas, el desarrollo de yemas muy sensibles al tacto en los dedos y la movilidad
creciente de cada dedo.
La
segunda tendencia es el desarrollo de lo visual en desmedro del olfato, dado el
achicamiento del hocico, el aplanamiento de la faz, la disposición anterior de
los ojos, y el desarrollo en el cerebro del córtex y del lóbulo occipital.
La
tercera tendencia es la complejización de la organización social. Esta
tendencia es fácil de observar en el hombre actual pero es mucho más difícil de
identificar a partir de los restos fósiles.
Por
su parte, dentro de este orden de primates, los simios son
precisamente los parientes más cercanos al hombre. Es decir, todos los primates
formamos parte de un mismo grupo y por tanto compartimos un antepasado común.
Pero además, el antepasado que compartimos con los simios es el más reciente,
de modo que nuestras especies divergieron más tarde, lo que hace que tengamos
mayores parecidos y compartamos un alto porcentaje de ADN. En algunas ocasiones
también se usa el término “grandes simios”, en cuyo caso quedan excluidos los
gibones y hace referencia únicamente a gorilas, orangutanes y chimpancés.
El hombre moderno, cuya denominación científica
es la de HOMO SAPIENS SAPIENS, pertenece al orden de los primates. Los primates
más antiguos vivieron hace 65 millones de años. Fueron, pues, coetáneos de los
dinosaurios. Pero aquellos pequeños seres, probablemente insectívoros, no
tenían nada que ver con los monos actuales y menos aún con el hombre. La rama
que llevaría a la aparición del hombre se fue estableciendo progresivamente a
lo largo de 60 millones de años de evolución de los primates.
El parentesco entre el hombre y los
monos.
Una cuestión que nos importa es la de nuestro
parentesco con los diferentes monos. Está claro actualmente que los chimpancés
y los gorilas son nuestros primos más cercanos en el reino animal. Los monos de
Asia, como el orangután, se separaron bastante pronto del linaje que nosotros
compartimos con esos grandes monos africanos. La separación de nuestra rama de
las del gorila y del chimpancé es más reciente. Parece confirmarse que se
produjo hace entre 7.5 y 5 millones de años. No obstante, el orden en que se
produjo esa separación ha sido objeto de una larga controversia.
Las semejanzas morfológicas entre gorila y
chimpancé nos llevarían a situarlos juntos en un grupo distinto al nuestro.
Compartirían un antepasado común que,
supuestamente, se habría separado de la rama que originó al hombre mucho
antes que a esas dos especies. Sin embargo, los resultados de los análisis
bioquímicos y genéticos del hombre y del chimpancé revelan una extraordinaria
proximidad metabólica: ¡sus proteínas son similares en un 99%! Esto vendría a
significar que estamos más próximos al chimpancé de lo que éste lo está del
gorila. Compartimos con él un antepasado común que no sería el del gorila.
Diferencias
anatómicas.
No obstante, hay que admitir la existencia de
grandes diferencias anatómicas entre el hombre y los monos (estructura
craneana, forma de la pelvis, etc.), básicamente vinculadas a unos modos de
locomoción muy distintos. El chimpancé, como el gorila se desplaza
prácticamente siempre a cuatro patas (o suspendido de las ramas), mientras que
el hombre tiene una postura estacionaria vertical permanente, lo que permitirá
un aumento del volumen del cerebro. Esto demuestra la existencia de unas
diferencias genéticas aparentemente menores que van asociadas a unos cambios
morfológicos de máxima importancia. Una pequeña bifurcación en el desarrollo
tuvo unas consecuencias espectaculares como la de producir una postura
vertical.
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